SANTILLANA DEL MAR
El municipio estuvo habitado desde la prehistoria, apareciendo en él varios vestigios arqueológicos. De entre todos ellos destaca la cueva de Altamira, descubierta por Marcelino Sanz de Sautuola en 1879[8] y catalogada como Patrimonio de la Humanidad. Es llamada la Capilla Sixtina del arte cuaternario, o del arte paleolítico, desde que así la llamara el arqueólogo y prehistoriador Henri Breuil.[9
Edad Antigua
No se conoce ninguna población antigua en Santillana, aunque sí se han encontrado evidencias cerámicas en la zona de Vispieres y lápidas sepulcrales en Herrán, todo ello de época romana, por lo que se ha deducido la existencia de alguna población romana cerca del actual núcleo de la villa, aunque no se han encontrado otros restos arqueológicos que llenen el vacío de los siglos V al VIII.[10] [11] [12]
Edad Media
Esta villa tiene su origen en la Alta Edad Media, alrededor de la abadía de Santa Juliana. Se han recuperado huesos humanos medievales en la necrópolis de esta localidad. La fecha de fundación del monasterio no se conoce. Legendariamente se atribuye a unos monjes del siglo VIII o IX el que se llevaran las reliquias de Santa Juliana de Bitinia, martirizada en Turquía, a este lugar, levantando un cenobio en un lugar llamado Planes.[13] Actualmente se asocia la fundación del monasterio con la corriente repobladora impulsada por los sucesores de Alfonso I.[10] A partir del año 980 el monasterio estaba consolidado, gracias a las continuas donaciones de los fieles y a ser lugar de paso de un ramal del Camino de Santiago.[13] Fue estableciendo un dominio territorial y jurisdiccional, especialmente en la zona conocida como Merindad de las Asturias de Santillana, de la que casi con toda seguridad era capital.[7] Dicha merindad era una de las 13 que entonces formaban el reino de Castilla.[14] Un documento de entonces dice de la villa que:
En 1045 Fernando I le otorgó un fuero,[13] por lo que la abadía pasó probablemente a ser colegiata.[11] Desde entonces recibió sucesivos privilegios y donaciones de los reyes de Castilla.[10] A partir de 1175 se configura una organización con abad y cabildo. Gracias al apoyo de la nobleza, consiguió convertirse en la abadía más importante de la Cantabria medieval. En 1209 Alfonso VIII le concedió un nuevo fuero, dándole estatuo de villa a la localidad. El monasterio ya era colegiata, hecho presumiblemente comprobable en la documentación posterior a 1107, con lo que Santillana que pasó a ser la capital de las Asturias de Santillana, siendo el abad su señor.[10] [13]
Durante el siglo XIII la abadía de Santa Juliana decayó al convertirse en dependiente de la diócesis de Burgos, pero comenzó el desarrollo urbano de la villa,[13] organizado en torno a la Plaza Mayor o del Mercado (hoy plaza de Ramón Pelayo) y la Torre del Merino. Como exresión del poder civil, durante los siglos XIV y XV se construyeron algunos de los mayores palacios y torres de la villa.[13] En 1445 el rey Juan II dio el señorío de la villa al primer Marqués de Santillana y a sus sucesores, los Duques del Infantado (miembros de la familia de Mendoza), créandose así el Marquesado de Santillana.[11] La pérdida de la condición de realengo supuso dejar de ser capital de corregimiento, iniciándose la decandencia de la villa.[14]
Edad Moderna
Durante la Edad Moderna las Asturias de Santillana quedan integradas en la jurisdicción del Corregimiento de las Cuatro Villas, ámbito liderado entonces por Laredo.[15] En 1509 el abad reconoció al III marqués de Santillana, pero sólo tras violentos enfrentamientos militares, en un intento por recuperar el poder religioso sobre la villa.[14] El desarrollo urbano y económico de la villa se estanca durante el siglo XVI al no participar Santillana en el Pleito de los Valles, importante en la historia de las instituciones que dieron lugar a Cantabria. A causa de ello Santillana quedó administrativamente marginada; no obstante, volvió a resurgir en el XVII gracias a la riqueza ligada a su participación en la expansión española en Europa y América.[14]
A finales del XVI y durante el XVII se construyeron la mayoría de las casas que se conservan hoy en día en Santillana del Mar, configurándose su núcleo tal y como existe hoy en día.[13] Casi todas ellas siguen la misma tipología, con dos plantas, un espacio abierto delantero y uno trasero más grande dedicado originalmente a corral, solanas o balcones de forja o de madera, y blasones nobiliares, abundantes en la villa.[13] Santillana es por tanto esencialmente barroca, aunque su proceso de urbanización sigue siendo desconocido.[16]
Fuera del casco quedaban los complejos edificatorios de las órdenes religiosas edificados entonces. Éstos fueron el convento de Regina Coeli de los dominicos, el de San Ildefonso de las dominicas, la Hospedería de Peregrinos y Transeúntes, el Hospital de la Misericordia y el Hospital de San Lázaro de Mortera.[13] A finales del siglo XVII la colegiata de Santa Juliana compitió con la de los Cuerpos Santos (en Santander) por obtener la titularidad catedralicia.[17]
Edad Contemporánea
A comienzos del siglo XIX Santillana, como otros pueblos del norte de España, se enorgullecía de estar llena de linajes hidalgos, aunque como reza el tópico, sus apellidos no suponían riqueza intrínseca. Al ser mayoría, se supone que existía una tolerancia hacia el trabajo, a pesar de que los nobles tenían prohibido trabajar con las manos, por lo que si no lo hacían se veían obligados a emigrar o a vivir en la pobreza.[18] Fueron estos hidalgos los que coparon los puestos administrativos y la representación de la villa en organismos superiores. También eran quienes poseían las tierras, teniendo la mayoría de los campesinos que arrendarlas o trabajar para ellos.[14]
En 1833 se constituyó el ayuntamiendo de Santillana,[19] que también tuvo partido judicial propio hasta 1840, fecha en que parte pasó al partido de Torrelavega y otra parte al de San Vicente de la Barquera. A pesar de la decandencia de Santillana comenzó a generarse un turismo selectivo debido a que diversos políticos, escritores y viajeros leídos escribieron en aquella época sobre la villa.[14]
En 1879 se descubrió la cueva de Altamira,[20] una de las joyas del arte rupestre a nivel mundial. El descubrimiento de la cueva atrajo a un gran número de estudiosos e intelectuales, quienes crearon en Santillana una serie de asociaciones artísticas y de vanguardia, de las cuales la más importante fue la Escuela de Altamira, fundada en 1948, que participó en la recuperación de las vanguardias artísticas en España y donde se dieron cita personajes de la talla de Rosales, Vivanco, Ángel Ferrant, Llorente Artigas y Lafuente Ferrari.[19] [21]
A partir de 1849, a causa una epidemia de cólera (véase: Pandemias de cólera en España) en el País Vasco, el turismo aristocrático español arraigó con fuerza en la antigua provincia de Santander. Fue entonces cuando Santillana del Mar pasó a ser un destino de moda.[22] El pensamiento romántico y el deseo de conservar la villa hicieron que en 1889 fuera declarada en su conjunto monumento histórico-artístico.[13] En 1927, a instancias del conde de Güell, comenzaron las primeras restauraciones.[22]
LA VILLA
El casco histórico de Santillana del Mar, que es casi lo mismo que decir toda ella, se organiza en torno a dos calles principales que van a parar a sendas plazas. La primera de las calles toma diversos nombres (Carrera, Cantón, y del Río) y va a dar a la plaza religiosa, primer centro de la villa, que da acceso a la colegiata. Ésta se divide a su vez en dos: enfrente a la colegiata la plaza del Abad Francisco Navarro, y en su lado este la plaza de las Arenas. Cuando Santillana obtuvo la capitalidad de la Merindad de las Asturias de Santillana, hubo un incremento demográfico y la necesidad de un merino. Así se formó una segunda plaza en torno al siglo XIV, llamada inicialmente del mercado por celebrarse allí desde que un fuero de 1209 lo permitiera; a ésta da, entre otras construcciones, la Torre del Merino (hoy museo) y la de Don Borja, que sirve actualmente de ayuntamiento. La calle que atraviesa la localidad hasta ella recibe el nombre de de Juan Infante.[19] [10]
Más allá de este núcleo, separados de él por una carretera autonómica, están el convento de Regina Coeli, el de San Ildefonso y la casona de Sánchez Tagle, además de existir un parque llamado Campo Revolgo[19] [10] y diversas instituciones, como un centro de salud y un colegio. Al oeste de la villa existe una gran finca arbolada bordeada por dicha carretera, que allí toma el nombre de Avenida de Le Dorat en honor a la localidad francesa hermanada con la villa. Al otro lado de la finca está el cámping de Santillana.
Además del cámping Santillana cuenta con un albergue para peregrinos en su mismo centro[27] y una serie de hoteles entre los que destaca el parador nacional Gil Blas.
MONUMENTOS
Siete son los bienes de interés cultural de este municipio:
- Colegiata de Santa Juliana y Claustro, con categoría de monumento.
- Torre de don Beltrán de la Cueva en Queveda, monumento.
- Palacio de Viveda (casona montañesa siglo XVIII), monumento.
- Palacio de Mijares, monumento.
- Cueva de Altamira, zona arqueológica que, además, forma parte del patrimonio mundial.
- Villa de Santillana, conjunto histórico en su totalidad.
- Cartulario o Libro de Regla de la Colegiata de Santa Juliana, que se conserva en la Colegiata de Santa Juliana, Bien mueble.
Además, como Bien de interés local se encuentra catalogada la Torre medieval de los Calderón de la Barca en Viveda.
Muchos son los edificios destacados de esta localidad, entre ellos:
- Palacio Valdivieso o Casa de los Valdivieso (también escrito Valdivielso), hoy hotel Altamira. Data de 1710. Se encuentra en la parte final de la calle del Cantón, a la derecha. Posee un blasón situado en la esquina. Actualmente es un hotel.
- Palacio de Velarde o de las Arenas. Se encuentra en la Plaza de las Arenas. Es un edificio de transición del gótico al renacimiento, iniciándose la construcción en el siglo XVy modificándose en el XVII. La fachada tiene un hastial escalonado y pináculosdecorativos. Tiene el blasón de los Velarde.
- Colegiata de Santa Juliana. Se encuentra al final de las dos calles del pueblo. Es una colegiata de estilo románico, erigida en su mayor parte a mediados del siglo XII, con añadidos de siglos posteriores como el camarín hoy desaparecido (1681-1697), la sacristía, la sala capitular y el hospital de la Misericordia (1694), y el coro bajo (1732).[17]Monumento protegido por Real Orden de 12 de marzo de 1889 (Gaceta de Madrid de 14 de abril), Fue el primer monumento cántabro que obtuvo este reconocimiento. Está construido en piedra de sillería arenisca. Tiene planta basilical y tres naves que se rematan en ábsides semicirculares. Es una estructura que sigue el modelo del románico del Camino de Santiago, en particular de Frómista. La parte más destacada del conjunto es el claustro, de finales del siglo XII, en particular por sus cuarenta y dos capiteles románicos.
- Casas de los Quevedo y Cossío. Se encuentran junto al abrevadero que hay unos metros antes de la Colegiata. Datan de los siglos XVII-XVIII. Son dos casas colocadas en escuadra de manera que forman una sola vivienda. La casa de la parte norte es la Casa de Cossío y la de la parte sur es la Casa de Quevedo. En la primera puede verse el blasónde los Cossío. En la segunda, que perteneció a un familiar de Francisco de Quevedo y Villegas se ve el escudo de la familia Quevedo. La Casa de los Quevedo es de sillería y tiene un túnel abovedado que sirve de desagüe al abrevadero y al río.
- Casa de la Archiduquesa o de los Abades. Es un edificio que se encuentra a la izquierda de la Colegiata. casona de finales del siglo XVII. Perteneció a la familia Barreda Bracho. Los escudos de la fachada son modernos, obra de Jesús Otero.
- Casa de los Hombrones o Casa de los Villa. Está situada junto a la llamada casa de Leonor de la Vega, en la calle del Cantón. Es una casa construida entre el siglo XV y el XVII. Se le dio este nombre por los dos caballeros con bigote que sostienen el enorme escudo barroco de la fachada, blasón de los Villa.
- Casa de Leonor de la Vega. Se encuentra en la calle del cantón. Es de finales del siglo XV y principios del XVI, por lo parece que no puede ser, a pesar de lo que señala la tradición, un edificio en el que viviera doña Leonor de la Vega, madre del primer Marqués de Santillana. En la fachada pueden verse tres escudos góticos de la casa de la Vega.
- Torre del Merino o La torrona. Está situada en la antigua plaza del mercado, hoy de Ramón Pelayo. Se trata de una torre del siglo XIV, rematada por almenas. Se le llama así por ser el lugar en que moraba el merino, funcionario que representaba al rey.
- Torre de don Borja o Fundación Santillana. Está en la plaza de Ramón Pelayo. Aunque debió tener origen medieval, la parte conservada y restaurada parece ser de finales del siglo XV o principios del XVI. A los lados del antepecho se ve un escudo con el blasón de los Barreda. Tiene un patio interior que une los dos volúmenes. Debe su nombre a don Francisco de Borja Barreda, último descendiente de los Barreda en el siglo XIX. Entre sus propietarios posteriores estuvo la infanta doña Paz de Borbón. En 1981 fue restaurada para ser la sede de la Fundación Santillana.
- Palacio Barreda-Bracho, también llamado Casa Barreda-Bracho o Palacio Barreda. Desde 1944 es actualmente el Parador Nacional Gil Blas. Está en la plaza de Ramón Pelayo. Es un edificio de estilo barroco erigido a finales del siglo XVII. El linaje de los Bracho estaba emparentado con los Barreda, de ahí el nombre con el que se conoce.
- Ayuntamiento. Situado en la plaza Ramón Pelayo, en un palacio barroco. Es notable su balconada de hierro fundido con un escudo en la parte superior.
- Casas del Águila y la Parra o del Águila y de la Parra. Están junto al Ayuntamiento, en la misma plaza. Son dos edificios distintos adosados. La Casa de la Parra se llama así porque tuvo una gran parra en la fachada; es una edificación gótica de principios del siglo XVI. La casa del Águila o de los Estrada es del siglo XVII. Luce el blasón de Estrada y Tagle en su fachada. Actualmente es una sala de exposiciones del Gobierno Regional. Delante de estas casas hay un bisonte, escultura de Jesús Otero.
- Casa de Bustamante. Se encuentra en la calle de la Carrera, 7. Data de finales del siglo XVII-siglo XVIII. Es un edificio de gran altura que tiene balcones de púlpito. En su fachada puede verse el escudo de armas de los Bustamante.
- Torre de los Velarde. Al final de la calle de la Carrera. Vieja casa-torre del siglo XV, en piedra sillería con dos puertas góticas.
- Palacio de Benemejís, también conocido como Palacio de los Peredo-Barreda o Palacio de Peredo. Actualmente es sede de exposiciones de Caja Cantabria. Es un palacio de planta cuadrada y dos pisos; el tejado, a cuatro aguas, está rematado por pináculos en las esquinas. En la fachada se ve el blasón de los Peredo; dentro del portal está el de la familia Barreda Ceballos. Sus distintos nombres reflejan las vicisitudes de esta propiedad. Ordenó su edificación don Francisco Miguel de Peredo, caballero de Calatrava desde 1694. Uno de sus propietarios posteriores fue don Blas María de Barreda (siglo XIX) y la Marquesa de Benamejí. Conserva lienzos de pintores como Valdés Leal o Mengs, así como una amplia biblioteca.
- Casa de los Villa. Casa frente al Palacio de Benemejís. Del siglo XVIII con balcones tipo púlpito y escudo.
- Casa de los Alonso. Casa junto al Palacio de Benemejís. Dos escudos pequeños.
- Museo Diocesano Regina Coeli. Este museo ocupa el convento de los dominicos, al otro lado de la carretera Barreda-Comillas. La edificación original data de mediados del siglo XVII, pero fue muy remodelado durante las dos primeras décadas del siglo XVIII.[17] Está proyectado en estilo herreriano, si bien la articulación de las portadas es barroca.[17] El Museo fue creado en 1964, y en él se conserva, estudia y expone arte sacro. Del edificio destaca el claustro renacentista. Alberga un taller de restauración y el Archivo Documental Diocesano.
- Convento de las Dominicas o Convento de San Ildefonso. Se encuentra frente al Museo Diocesano. Fue fundado a mediados del siglo XVI.
- Casa de Sánchez Tagle o Casona de los Tagle. Se encuentra en la zona llamada Campo de Revolgo. Edificio de finales del siglo XVII, erigido por una familia que se enriqueció en México. Se trata de una casona montañesa con fachada de sillería y portada con dos arcos de medio punto.
La villa de Santillana del Mar aparece en numerosos libros de autores de renombre desde la publicación de Histoire de Gil Blas de Santillana, novela picaresca del escritor francés Alain-René Lesage que, contando con varios tomos, fue publicada entre 1707 y 1747. La Universidad de Salamanca llegó a decir de Santillana que es una «villa envuelta en prestigio literario»[22] [46] Benito Pérez Galdós habla de ella en Cuarenta leguas por Cantabria, al igual que Emilia Pardo Bazán. Novelistas que visitaron Santillana y quedan prendados de ella son, entre otros, Amós de Escalante, Miguel de Unamuno y Ricardo León. A Santillana le han dedicado poemas muchos autores, algunos de los más famosos son Gerardo Diego, José Hierro, Víctor Fernández Llera, José del Río Sainz, Ramón de Garciasol y Manuel González Hoyos.[22]
Es conocida la cita de Sartre en su famoso libro La náusea, donde hace decir a uno de sus personajes que Santillana es le plus joli village de l'Espagne (en francés: el pueblo más bonito de España).[22]
En 1960 nació la Editorial Santillana, hoy integrada en el Grupo Santillana. Ambas empresas toman su nombre precisamente de esta villa.[47]
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